El 9 de junio se celebró la festividad del Corpus en el pueblo, con una mezcla de tradición, sentimiento y como loa, égloga al pasado, que hizo su recorrido desde la plazoleta de la Iglesia pasando por la calle Cervantes, Aire, plaza del Ayuntamiento y Calvario, un recorrido que cada año ha ido viendo mermado el número de altares que se colocaban para alabar al Santísimo. Cada nota tiene su interrogante, no es el caso de la repetitiva despoblación, las casas que tradicionalmente lo ponían han disminuido, partieron los dueños a ese lugar inequívoco donde todos alguna vez descansaremos. No se despuebla una población, cae herida con ese dardo de la muerte que a todos alcanza. Claro que hay gente pero el hecho de instalar un altar precisa de otros sentimientos, de ahí que siempre, desde este blog, se de las gracias al niño Juan José Huéscar Ballesteros por ese inciso que hace en su recorrido de chiquillo inquieto, se agradece que en su casa, en la entrada, el Jueves alojara este no efímero altar en representación de los que se fueron, prendido de esa devoción que ha conocido tiempos mejores, se agradece que en la calle Cervantes dispusiese sobre una mesa esos dones que representan este aniversario, una festividad que por el logro de estas nuevas generaciones no se perderán. Y se agradece, a su vez, que transmitiera en los presentes esos "cocimientos" donde se obran los anhelos por seguir, nos empujó con su maquinaria a que cada uno trajésemos a su mesa algo representativo, algo tradicional, algo espiritual que hiciera perpetuar este Corpus.
Con el tiempo, las calles se ven desangeladas, desprovistas de aquellas personas que dieron forma, sentido, alma a cada hogar.
Hoy, para recuperar la memoria del pasado, he preguntado a Luisa Medina Moya, que habitó en el número 10 de esta calle Cervantes, sobre el Corpus que ella conoció, lo hago porque es una enorme informante, su memoria es prodigiosa:
"Te voy a contar sobre el Corpus de los años 50. No pasaba por aquí.
Del templo se dirigía hacia la calle Iglesia y los altares los ponían las vecinas en sus portales, siempre con un paño blanco. Por orden recuerdo el de Beatriz, luego el de Basilia (junto al bar), tras él le seguía el de mi abuela Vicenta (calle Rosario) y por último el de Fina y la procesión retornaba a la iglesia.
Ya bastantes años más tarde cuando las hermanas Polo donan su casa al Obispado de Ciudad Real, vienen una comunidad de monjas, las que hay ahora. Como punto común a lo de antes os contaré que mantuvieron las clases que nos daban de niños. Cómo recuerdo a las hermanas Polo: Maruja, Carmen y Emilia. Pues bien, las monjas solicitaron al párroco que la procesión pasara por delante de su hogar y entonces cambió el recorrido. No me es posible precisar el año en que esto sucedió. Si mi memoria no me falla los altares, como ahora, en la calle Cervantes, eran los siguientes:
Primero el de Felisa, luego el de Isidra, seguidamente el de Josefa Sánchez (qué bonitas las canciones que le sacaba a la Virgen). Luego el de María (de Manolo), el de las Monjas, el de la plaza (allí había dos posadas: la de Quintín y la del tío Benito), el mismo que siguen poniendo Marina y Desideria, continuábamos con el de Paca e Isabel, el de Juan Alfonso y por último el de Juliana. Años más tarde, Mairena, Consuelo, Petra y Salus, al que acudían más mujeres, lo retomaron en la Costaneta. Verán que fue la época en la que más altares se pusieron, un bonito recuerdo para los que nos dejaron y perdónenme si me he pasado alguno.
Recordarles también que la custodia que hoy procesiona no es moderna, es antigua, Hipólito Rodríguez la escondió durante la Guerra Civil.
Me preguntas, también, si recuerdo a los sacerdotes que pasaron por aquí, voy a intentarlo: D. Fernando, D. Emiliano, D. Ramón, D. Julián, D. Juan Bautista, D. José Mónico, D. Julián, D. Santiago, D. Antonio, D. Jesús, D. Miguel, D. Ángel Vinagre y ya nuestro párroco, D. Jesús"
Volvemos al presente, junio del 2024. En la Calle Cervantes, vemos el primer altar en el número 10 que habitó Luisa, mucho permanece de ella, no solo su vívida memoria, también, como buena vecina, la alfombra cedida por Felisa, que ya no puede poner su altar.
"Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar" (obra confeccionada por Luisa y que antes colocaba ella en la ventana que hay encima de la puerta, nunca puso altar)
Donde Isidra ponía el suyo hoy lucen numerosas macetas.
Un bello rincón frente a la tienda de Gloria.
Y llegamos al que aún se mantiene en el tiempo, el de las Monjas, no solo ellas lo montan, también más vecinas colaboran cada año, Marina, Carmen, Josefa...(Perdonen si olvido a alguien)
Casa de las Monjas.
En la Plaza del Ayuntamiento, también remarcado por la tradición, ahí permanece y espero que por muchos años, el de Desideria y Marina.
A bolillos hizo esta obra Desideria.
Siempre me detengo a contemplar el precioso dintel con roseta, símbolo de protección, de la antigua casa de la abuela Vicenta.
Me encuentro con este altar que Sole está terminando de colocar.
Esperamos a que la procesión pase y un revuelo de pétalos de rosas nos recuerda que hay que intentar que cada año esto vuelva a suceder.
Fuera de recorrido, fiel a la ordenanza, en un rincón de su hogar se yergue el altar que Juan José brinda al pasado que no conoció pero que crece como una marca indeleble en él, fruto de esos genes que importan en el alma de algunas personas, nada se sabe del porqué, lo cierto es que fluyen con ese arte mezcla de devoción e inquietud que en algunas gentes descuella en determinadas fechas. Aprendamos de él.
Rosa Cruz.
9 de junio del 2024.
Dedicado a las personas que ya no están y a las que quedan para contarnos sus historias.
Que bonito,gracias Rosa
ResponderEliminarMuchas gracias, pero este es posible gracias a personas como Juan José y Luisa.
EliminarPrecioso Rosa, con que sentimiento relatas como se vivía la festividad del Corpus y haces honrar la memoria de todos, me ha emocionado.
ResponderEliminarQue esas bonitas tradiciones eclesiásticas sigan decorando y embelleciendo las calles de vuestro pueblo.
Ese es el objetivo de esta entrada. Muchas gracias, amiga. Un abrazo.
EliminarEs hermoso que los recuerdos que nos unen al pasado no se pierdan, por eso es de agradecer que cada año , un grupo de mujeres con la ilusión que lo hacian sus abuelas y sus madres perpetúen en nuestros , cada vez mas deshabitados pueblos, estás costumbres que les dan vida .
ResponderEliminarY ahí estás tú con tu empeño en animar a que no decaiga ni se pierda, ninguna seña de identidad que nos deje aún más desangelados.
Gracias por tu bien hacer una vez más.
Gracias a ti, por tu amistad y por tu comentario cargado siempre de sabiduría. Un abrazo.
EliminarBonito recuerdo de el día del Corpus, está el pasado presente y futuro, pasado por las personas que ya no están presente por la persona mayor que relata esta historia de antes y como no mi Juan José que será el futuro porque lo lleva desde bien pequeño, preciosos los altares el trabajo que conlleva esos pañitos con bolillos buena manos, enhorabuena a todos y a mi Juan José que siga que esto no lo deje nunca, gracias a ti Rosa por darnos esta oportunidad de ver estas cosas tan maravillosas un fuerte abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias Paqui por comentar. Luisa y Juan José representan el pasado, el presente y el futuro, nada se perderá, ya verás. Un abrazo.
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