Ayer dimos una vuelta por el término, esto me permitió reencontrarme con esos momentos de la niñez donde uno vuelve a los parajes descubiertos en la infancia, cuando carecíamos de televisión y de tecnologías.
Al acabar de comer nos íbamos de paseo sin rumbo definido en busca de pájaros, alguna charca para bañarnos...y de vez en cuando nos encontrábamos con frutales de los cuales dábamos cuenta y ya de paso nos servían de merienda. En aquellas tardes las caminatas se hacían eternas pero disfrutábamos descubriendo lugares a los cuales, ahora en la madurez, tratamos de dar el valor que realmente tienen, buceando en la historia, en los escasos escritos a los que puedo acceder.
Volvamos a ser niños por un momento...
Nos asomaremos al orificio buscando piedras de aquellos llamativos colores, azules y verdes.
Su nombre: Azurita, imagino que se llama ahora.
Intento encontrar vínculos entre estas últimas estribaciones de Sierra Morena y ese pasado romano que subyace por diversos caminos que acaban confluyendo en la vía Augusta. Pero eso será otra historia...
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