"La vejez conduce a una tranquilidad indiferente que asegura la paz interior y exterior"
Anatole France.
Todas las historias tienen un prólogo, donde se gestan las preguntas, sin ellas no podríamos narrar nada.
Andaba cavilando a quién interrogar sobre los cortijos antiguos que hubo en el pueblo y me indicaron que preguntase a la Hermana Tomasa.
Me recibió con esa cordialidad propia de ella, amabilidad que dan los años y el carácter que se fragua en ellos. En su caso, nada menos que 99. "El 28 de diciembre, Día de Todos los Santos Inocentes, cumpliré los 100. Nací en la calle Toledillo y cada uno de mis hermanos lo hicieron en casas distintas. Vivíamos de alquiler"
Tomasa es menuda, envuelta en ese luto perpetuo de las mujeres manchegas, algo a lo que no me acostumbro, pero que debe llevarse implícito en el lenguaje de la vida aquí. Su memoria está intacta, su particular "enciclopedia" sobre las vivencias en el pueblo tiene numerosos capítulos. Venía para que me contase sobre su cortijo, el de Ángel León, el que encabeza esta entrada, pero una suerte de acontecimientos pasados serán hilvanados por esta mujer habilidosa, con la precisa caligrafía de los hechos de antaño. Mujer memoria que determinará que el hilo de esta historia se disperse por otros vericuetos.
"El cortijo de Ángel León, se llama. Se construyó en el 1949. Fueron mis suegros: Juan León Muñoz y María Rubio con su único hijo, Ángel, mi esposo, quienes lo construyeron.
Desde el primer momento me pareció que este cortijo estaba enclavado en un paraje precioso. Por aquel entonces las amapolas campeaban moteando el brillante verdor del campo. Fue una primavera increíble.
En cada cortijo, imagino, debía haber una fuente. "Claro, la alberca. De un cantón se encañaba y de ahí iba a parar a la alberca y la sobrante, a la noria. Luego a las huertas, donde se cultivaba de todo: patatas, pimientos, judías...Allí, en aquel cortijo, hacía yo la conserva del tomate"
Cuénteme, por favor, de otros cortijos. Comencemos por los más cercanos al de ustedes:"El de la Hermana Florentina que vivía con su esposo, Pedro. Recuerdo que un hombre llamado Santiago venía desde Valdepeñas para comprarle conejos.
Tenían una noria.
Donde ahora está la gasolinera estaban "Las Cristinas", una buena charca donde íbamos a lavar.
También estaba el Cuco, (frente a la Charca de La Zarza), imagínate si era grande que ahí dentro vivían Celestina y su marido y además la borrica"
Después le pregunto por el cortijo Peláez, quiero saber si lo vio en pie, me contesta que no, siempre en ruinas. Recuerda la puerta y dos ventanas a cada lado. Le hablo de la era y el camino empedrado y de las magníficas vistas que desde allí se ven. Lo imagino como el de Carboneros, con esa amplitud de miras. "El tío Peláez tenía dos hijos y su mujer se llamaba Isabel"
Y ahora caminamos hacia Mairena. Antes de llegar, a mano derecha, nos desviamos hacia unas edificaciones, las creo más modernas, sin embargo: "El cortijo del Tío Chicharra sí que era viejo"
Más tarde, un día después, preguntaré acerca de los apelativos:"Tío y hermano", y me dirán que el segundo indica más cercanía.
"De la ermita, que la conocí ya en ruinas, decían que tenía dos ermitaños, con sus borricos en las cuadras. Conforme llegabas, a la izquierda había una gran charca de agua caliente y más allá, la otra que era fría, cosa única. Allí también lavábamos, siempre había piedras para lavar cercanas, las "batieras" les decían"
Así, de un tema saltamos a otro, las lavanderas y los lugares donde ejercían esta indispensable labor.
"El lavadero del pueblo era muy bueno, no se mezclaba el agua sucia con la limpia. Tenía tres charcas.
Y qué decir de la fuente junto al castillo, se le llamaba Fuente Vieja, nada que ver con la de ahora, era preciosa, con tres caños dorados, a modo de una pirámide en altura y con forma de polígono. Sí, preciosa"
Ya puestos dígame otras fuentes, por favor: "Cerca del cortijo de mi familia recuerdo la de Ignacio que corría siempre y en el calar, enfrente, la del Piojo que era del tío Chivo"
Sigamos buscando cortijos, estábamos en Mairena, recordará a Miguel el Hortelano, allí conozco varios de ellos. "Sí, el del tío Quintín que sería donde nació Miguel y el del Tío Pelao que está reconstruido. Y nos vamos hacia la Venta"
¿La Venta del Ojuelo? No puedo creerme que la conociera en pie, aunque ahora está reconstruida y funciona como almacén.
"Allí conocí a Nicanora, vivían dos familias. A Ceferina se le murió en una charca un hijo.
Tenía una cocina grande y dos habitaciones y la cuadra para los animales"
Le explico la historia de esta venta como posada y a la par, enhebrando historias, le pido me cuente algo sobre las posadas del pueblo: "Había tres: La de Zenobia donde vive hoy Salustiana Medina Moya. La del Hermano Quintín, que era muy buena. Eran tres hermanas que daban también comidas. Y la del Tío Benito junto a la Caja Rural"
¿Qué me puede contar del Yesero? "El Tío Curro y el Tío Pelajes molían el yeso y lo vendían por los pueblos"
Pero no recuerda este pequeño cortijo, el de Silvestre.
Hablamos de lo importante que debió ser la extracción de este mineral y de la existencia de dos caminos que llevan su nombre, uno hacia Almedina y el otro hacia Villamanrique.
Seguimos hablando de cortijos y me viene a la memoria otro, el de Polonio, vivienda que conocí ya derrotada, me dice que cree que es antiguo. Al buscar en los mapas se encuentra en término de Montiel, junto a la Haza Jara. Recuerdo el enorme almendro.
Aquí se viviría de la agricultura principalmente, ¿había ganadería? "El hermano Higinio tenía vacas y vendía la leche y la Florentina también. Y el abuelo de Mari, la de Emilio López también tenía. Los Contreras, Juan Ángel y María, hacían muy buen queso"
Nos hemos ido de nuevo a otro tema, sigamos entonces en él, hábleme de las tiendas. "Son los difíciles años de la postguerra. La hermana Nazaria vendía de todo un poco, en una habitación grande, en la calle Gloria. Luego el Tío Silvestre y la Encarna, también de todo, frente a las monjas. Y en la calle Cervantes, frente a Isidra, la Tía Gordita que se llamaba Mercedes.
De las carnicerías recuerdo la de Pepe y Pilar, frente al horno de Juanito. A doce pesetas costaba el kilo de carne. En la plaza del Ayuntamiento la de Ramón Contreras y frente a la iglesia la del Tío Emiliano y la Ia"
"También comprábamos el pan en la Fábrica de Harinas"
Y sí que vendían telas, frente al banco, estaba David Ballesteros, de todo tenía, calzados, arroz...
De Almedina venía Pepe, con su borrica, vendiendo sardinas frescas. Y muchos hortelanos: Alejo, Agapito, José...
En el ayuntamiento se ponían a vender los productos. No, no había un solo día de mercado, sino varios. Los puestecillos llegaban hasta la esquina del Tío Ches.
El Tío Recoverillo venía de Andalucía y traía de todo, ¡ qué hermosas eran las tazas de china!"
Casa del Médico. 7 de enero del 2021.
-"He trabajado sobre todo en la aceituna y una vez dejé a mi hija con mi madre y mi suegra para ir a la naranja y poder traer dinero a casa. Fue una experiencia que recuerdo con cariño, porque la señora que nos acogió me quería mucho.
A la escuela fui algo más de los 14 años, cuánto recuerdo a mi profesora, Doña Amparo Castro Huarte, la esposa del médico D. Enrique Lecanda Alonso.
Las clases estaban en la planta de encima del ayuntamiento. No fue posible estudiar y valía para ello, pero eran malos tiempos y en casa había que ayudar"
Me apena tener que cortar el hilo de sus recuerdos, pero he de irme. A la par que la escuchaba, embelesada, (porque admiro no solo su memoria, también ese arte que tiene al narrar), me acuerdo de aquellos que ya no están y que me contaron sus vivencias. Me entristece el no haber recogido en papel, el de cuartilla o en este formato por donde discurren ahora sus caminos, lo que me contaron. ¿Adónde irán a parar sus recuerdos?
Antes de ir a dormir me dice la oración que reza, siempre pensando en su Virgen Mairena. Una vez más pierdo el hilo, a veces sobran las letras y las palabras se vuelven música alrededor nuestro:
"Ave María te saludamos
igual que el ángel que Dios mandó
Para llamarte reina y esposa
y ser la Madre del Salvador
desde las flores de la campiña
hasta los peces que hay en el mar
te saludamos el Año Santo
de tu pureza y virginidad..."
Gracias, de corazón, Hermana Tomasa.
Texto y fotografías de Rosa Cruz.
Viernes 1 de agosto del 2025.